Girar

La gira nace con el toque del tambor, el corazón que impulsa toda sesión religiosa. El son de los atabaques es un imán que atrae las vibraciones de nuestras entidades, energías que nos rondan apenas entramos en movimiento. El aire se carga de magnetismo, y el peso de los fluídos que bajan en nuestra materia hacen que entrar en la gira sea una experiencia única e indescriptible: las sensaciones que nos recorren en ese momento forman parte de los misterios más bellos de esta religión. 

Girar es abrir un canal a través del cuál recibimos un espíritu de luz, desplazándo parcialmente al nuestro. Así permitimos que nuestra entidad llegue a este plano montado en nuestro propio cuerpo, para que trabaje y se comunique con la gente presente, ayudando a quien lo necesite.

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La gira es un acto de mediunidad a través del cual los hijos de religión prestamos nuestro cuerpo a la llegada de nuestras entidades espirituales, incorporándolas en forma física. Un filho incorporado deja lugar a una entidad para que la misma se manifieste en tierra; en el marco de una sesión de religión, es el momento en donde los paes pueden bajar con la finalidad de ayudar a los presentes que así lo requieran, comunicándose con ellos y trabajando en forma directa. En esta instancia nuestro propio espíritu pasa a un segundo plano, y permanecemos en un estado de semi-inconsciencia que varía según la fuerza con la que se encuentre presente la entidad. Muchas veces sentimos que estamos casi tan concientes como de costumbre, pero luego no recordamos haber hecho algo o hablado con cierta persona, ya que en efecto son nuestras entidades quienes realmente lo hicieron; otras veces lo que recordamos es muy poco, y podemos llegar a sentir un salto temporal o incluso tener la sensación de vernos desde afuera.

Es necesario advertir la importancia de recurrir a las entidades únicamente dentro del marco de una sesión de religión, y también entender que la misma debe ser llevada a cabo en un terreiro confiable; esto es, en dónde sepamos quienes son sus jefes y cómo hacen las cosas. Dejar abierto un canal a través del cual damos lugar a otro espíritu desplazando parcialmente el nuestro no es un juego, y así como la misión de nuestras entidades es llegar a este plano para ganar luz, debemos saber que también existen espíritus cuya finalidad es exactamente la opuesta: oscurecer todo lo que está a su paso. La ronda o línea que forman los hijos de religión conforman un cordón de energía que protege a los que entran en la gira de toda vibración negativa, así como los paes que ya están en tierra y cuidan del filho; el mismo terreiro es una barrera contra la cual, si las cosas están bien hechas, los egunes o espíritus obsesoras chocarán. 

Esta advertencia no corre para infundar temor alguno, sino para procurar que aquellas personas que concurren a un terreiro  -siendo o no hijos de religión-  puedan disfrutar y recibir un buen axé de la sesión a la que asisten.

sólo hecho de girar cpero no deja de ser una práctica que conlleva un desarrollo y una evolución, y requiere por parte del hijo el mantenerse concentrado y limpio de pensamientos y energías negativas que puedan llegar a obstaculizar el buen desenvolvimiento de nuestra entidad.

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